martes, 16 de diciembre de 2008

Parábola del amor



"Te moldearé", le dijo el hacha al pedazo de hierro mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados. Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que después de un rato aquella herramienta no pudo más, había quedado completamente obtusa.

"Déjenmelo a mí", repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro, los cuales fueron desapareciendo uno por uno.

"Yo me encargaré de modelarlo", profirió con arrogancia el martillo, mientras se burlaba de sus compañeros que habían fracasado. Pero después de varios golpes se le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.

¿Me permiten probar?, inquirió humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a carcajadas, pero se lo permitieron porque estaban convencidos de que también iba a fracasar. Sin embargo, aquella llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él, lo abrazó y lo abrazó hasta volverlo blando y darle la figura que quería. Aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas no pudieron alcanzar. Así es el amor.

Todos sabemos que hay distintas clases de amor, y es increíble las cosas que llegamos a pensar en hacer por aquellos a quienes amamos, sin embargo no debemos confundir este sentimiento con la obsesión o la pasión, y aunque a veces suelen confundirnos es muy fácil diferenciarlos; pues la obsesión o la pasión es un deseo inmediato; es egoísta y solo busca intereses personales, el amor en cambio, busca el bien común, comparte desinteresadamente. La obsesión o pasión nos crea conflictos, mal ambiente, miedo, sensación de inseguridad, pero el amor trae paz, confianza y seguridad. La obsesión o pasión nos conduce a cosas que luego lamentamos, nos excita e impacienta, el amor al contrario es tranquilidad, comprensión y tolerancia, es algo verdadero.

Algo importante es que el amor nunca se basa en el sexo, es la generación de una verdadera amistad, la cual hace que el sexo sea mucho más dulce, una verdadera bendición. Creo que las personas deberíamos procurar ser los mejores amigos de aquella persona especial antes de llegar a tener algo más, pues de esta manera nos ahorraríamos muchas decepciones y tristezas porque en una verdadera amistad hay respeto, sinceridad y la suficiente confianza para expresar lo que sentimos y aunque las cosas no se den siempre como quisiéramos, por lo menos conservaríamos la amistad de aquel o aquellos que en algún momento de sus vida nos dieron tantas cosas bonitas, un pedazo de si. Se nos facilitaría entender que cuando las cosas tengan que terminar, de algún modo no perdimos ni fracasamos, si no que durante todo ese tiempo ganamos un amigo. Bueno esta es mi forma de ver las cosas desde mi experiencia personal aunque suene un poco ilusorio.

Bien dicen por ahí que "por los frutos se conoce el árbol"; de esta manera nos damos cuenta cuando algo bueno esta pasando en nuestras vidas, cuando nos sentimos felices, sonreímos, somos más receptivos a las necesidades del otro u otras personas. El amor nos da energía, nos hace sentir completos, nos motiva, hace que miremos hacia arriba, pensemos con grandeza y crezcamos como personas. Si tenemos amor en nuestra vida, podemos compensar muchas cosas que tal vez no tengamos, pero si no lo hay todo lo demás pasa a tener un menor significado.

"El amor no tiene nada que ver con lo que esperas conseguir, sólo con lo que esperas dar; es decir, todo".

lunes, 15 de diciembre de 2008

Cultiva la honestidad

Se cuenta que para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura Y la hija respondió: No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz. Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa futura, emperatriz de China. La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos. En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.

Al igual que en esta historia, muchas personas se encuentran en situaciones en las que en su afán de encajar dentro de la sociedad o un grupo especifico de su interés intentan mostrar algo que no son, aparentar una vida que no es la suya tal vez sea la manera más fácil de acercarse o agradar a alguien, quizás el objetivo sea alcanzar un mejor puesto en la empresa, un aumento de salario, un privilegio o algún beneficio de alguien llevan a cometer este tipo de errores, al final nadie puede mantener una vida que no es la suya y se engañan a si mismos porque mas temprano que tarde los demás se darán de las verdaderas intenciones "No hay nada oculto que no haya de ser descubierto".

Debemos aprender que las personas deben aceptarnos tal y como somos, con todos nuestros defectos cualidades, que no hay nadie igual a otro y que al final estas diferencias son las que nos hacen únicos y especiales y las que nos brindan la oportunidad de aprender unos de los otros y a crecer juntos para ser mejores seres humanos; que las diferencias son solo excusas y no obstáculos porque cuando se quiere algo y se lucha de corazón por ello sin maldad ni intereses egoístas se puede lograr todo lo que queramos, como dijo algún sabio anónimo “el limite es el infinito”.

martes, 4 de noviembre de 2008

El valor de lo que no vemos

Un hombre encontró en un baúl, un retazo de una preciosa tela que pertenecía a sus antepasados. Aquel baúl siempre había estado en el desván pero nuestro hombre no tuvo curiosidad por ver lo que contenía hasta el día en que decidió cambiarse de casa y tuvo que efectuar los embalajes para la mudanza. Como entre los de su familia era costumbre llevar turbante quiso hacerse uno con aquel tejido, pero por más que lo intentó no lo logró. Los frustrados intentos le dejaron muy pensativo y preocupado: O su cabeza era demasiado grande o sus predecesores tenían “poca cabeza”. Sin darle más vueltas al asunto decidió sacarle partido a aquella herencia y llevó el retal al mercado para venderlo en la habitual subasta de los sábados. Una vez comenzada la subasta nuestro hombre comenzó a ver con creciente malestar, como el subastador ofrecía la tela y las ofertas iban subiendo más y más. Consideraba que estaban sobrevalorando el tejido, y no quería engañar a sus vecinos. Su desasosiego llegó al límite cuando se dio cuenta que la persona que hasta entonces había hecho la oferta más alta, era un erudito profesor, muy valorado por sus aportaciones intelectuales en la comunidad. ¡Seguro que un hombre poseedor de tanto conocimiento debe de tener una cabeza más grande que la mía, así que tampoco podrá hacerse un turbante con el trozo de tela de mis antepasados! No puedo tolerar este engaño, pensó. Así que se acercó furtivamente al profesor y le murmuró al oído: ¡No vale la pena comprar esa tela, es demasiado corta para un turbante! El profesor al escucharle volvió hacia él su rostro y con mirada de asombro le respondió: ¿En “qué cabeza cabe” que quiera hacerme un turbante con esa reliquia? Voy a enmarcar ese valioso tapiz y colocarlo en un lugar destacado de mi estudio para tener siempre presente la leyenda que lleva bordada!.

En la vida nos encontramos en situaciones en las que atravesamos cambios en nuestras relaciones; un divorcio, desempleo, o una crisis financiera etc. Nuestras expectativas están por el piso, perdemos las ganas de seguir luchando por nuestros sueños y hasta llegamos a pensar:
"Dios se olvidó de mi.”
"No puedo"
"No tengo"
"ya es tarde para hacer algo"

Lo que pocos sabemos es que hay una promesa que ésta escrita y es verdadera: "Tú cambiaste mi tristeza y la convertiste en baile. Me quitaste la ropa de luto y me pusiste ropa de fiesta,” (Salmo 30:11). La tristeza, el desanimo, la desesperación, la angustia entre muchas otras son las caras que abundan en esta época, muchas personas viven con el temor de emprender negocios, no quieren comprometerse en una relación, tienen miedo a que las cosas salgan mal otra vez.... en pocas palabras le tienen miedo al futuro y vemos solo lo malo. Muchas veces nos encontramos en la situación de este hombre que no supo reconocer el valor del tapiz. Nos pasa que no reconocemos nuestros talentos, recursos, habilidades y posibilidades. Somos muy hábiles para limitarnos a nosotros mismos, llegamos a contarnos y lo que es peor, a creernos cuentos que paralizan nuestras propias acciones, no nos damos cuenta de todo el potencial con el cual Dios nos ha creado, desconocemos todo el poder que opera en nosotros y rechazamos nuestra herencia con cada uno de los pensamientos negativos que llegan a nuestra mente. De una u otra forma todos tenemos talentos que están allí para ser usados, como alguien dijo por ahí ¿Para qué serviría poner un reloj de sol en la sombra?. En lugar de andar quejándonos debemos empezar a trabajar en descubrir cual es el talento que Dios ha puesto en mis manos y también reconocer los que tienen los demás, de esta manera veremos lo mejor de cada uno y aprovechar esto para salir de las situaciones difíciles que se nos presentan en la vida. Debemos empezar en creer en nosotros mismos aunque el mundo nos diga lo contrario.

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el SEÑOR, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas». Josué 1:9

viernes, 24 de octubre de 2008

El amor


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los humanos. Cuando el aburrimiento ya había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso: ¿Vamos a jugar a las escondidas?. La intriga levantó la ceja intrigada y la curiosidad, sin poder contenerse preguntó: ¿A las escondidas? ¿Y eso cómo es?. Es un juego —Explicó la locura—, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden; y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego. El entusiasmo bailó secundado por la euforia, la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió no esconderse... ¿para qué? Si al final siempre la encontraban. La soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la cobardía prefirió no arriesgarse... uno, dos, tres… comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra en el camino. La envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad casi no alcanza a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos... ¿Un lago cristalino? (Ideal para la belleza). ¿La hendija de un árbol? (Perfecto para la timidez). ¿El vuelo de la mariposa? (Lo mejor para la voluptuosidad). ¿Una ráfaga de viento? (Magnífico para la libertad). Así terminó por ocultarse en un rayito de Sol. El egoísmo, en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero solo para él. La mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvido donde se escondió... pero eso no es lo importante. Cuando la locura contaba 999.999, el amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado… hasta que divisó un rosal y estremecido decidió esconderse entre sus flores. Un millón! Contó la locura y comenzó a buscar… La primera en aparecer fue la pereza sólo a tres pasos detrás de una piedra. Y la pasión y el deseo, se sintieron en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y claro, así pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo. El solo salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la belleza, y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse. Así fue encontrando a todos, al talento entre la hierba fresca; la angustia en una oscura cueva, a la mentira detrás del arco iris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta al olvido... que ya se le había olvidado que estaba jugando a los escondidos... Pero solo el amor, no aparecía por ningún sitio... La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en las cimas de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas... Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas hasta que un doloroso grito se escuchó... Las espinas habían herido en los ojos al amor... la locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón, así que el Amor que todo lo perdona la disculpo pero a cambio le pidió que por favor fuera su lazarillo... Desde entonces... desde la primera vez que se jugó a las escondidas en la Tierra… ...El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.

El mundo actual nos quiere mostrar que el amor es solo un cuento de antaño, algo pasado de moda en lo que ya muchos no creen, pero yo solo tengo algo para decir y no precisamente hablo del amor entre los seres humanos, ya que éste es una consecuencia del amor más grande que existe; El Amor de Dios, este amor que nos permite amar algo o alguien que no vemos ni tocamos, que es locura para el mundo porque sin esta pasaría a ser algo normal, pero este es el Amor que sobrepasa todo entendimiento algo que nosotros mismos no logramos razonar pero que sentimos dentro de nuestro corazón y es la certeza de que todo es posible, de que el amor de nuestro Señor Jesucristo es mayor que toda tristeza y no hay problema lo suficientemente grande que pueda opacar la alegría que se siente cuando él vive dentro de nosotros.

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta"1 Cor 13:4-7.

¿Acaso hay algo que decir después de esto? El amor de Dios es lo más grande que podemos tener, y que a pesar de todos nuestros errores y orgullo siempre estará allí para perdonarnos y mostrarnos que aunque el mundo nos falle contamos con él siempre que lo necesitemos.

"Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (I Corintios 13:13).